viernes, 31 de julio de 2015

Escribir un libro...

Tenía pensado escribir sobre tres temas que considero son sumamente pendientes para este blog pero luego al verme super apretado de tiempo y gritar escandalosamente por darme cuenta de que ya es fin de mes, pensé hacerlo sobre algo completamente diferente y que siento puede ayudarle a alguno que otro sujeto que vaya a leerme.

Como sabrán en el año 2010 me presenté a un concurso de novela, porque no sé si se dieron cuenta pero realmente me gusta escribir un poquito, mucho muy fuerte. Y una de las razones por las que quise participar fue principalmente por la forma en la que me había enterado del evento.

Llega un punto en la vida en la que deseas hacer algo, tal vez para sentir una satisfacción propia de haber creado algo para este mundo con tus propias manos y el deseo de querer dejar una huella en la mente de las personas(ese es uno de mis propósitos más anhelados en esta existencia). Pues bien, ese año era un año previo a cientos de cambios que iban a ocurrir en los años siguientes hasta llegar a la actualidad. Ese era mi último año con mi grupo inicial de la facultad, mis primeras amistades, mis experiencias como profesor, pero esta vez de Psicología, se podría decir el año en el que la relación que tenía con mi padre mejoró enorme y positivamente(volvió a hablarme después de 3 años de silencio y de fingir que no existía), un año de crecimiento y fortalecimiento. Un año en el que ciertamente la tenía muy clara, eso incluye lo que quería hacer con mi vida, mis sueños, metas, mis objetivos y recuerdo que se sentía como algo brillante en el pecho justo como cuando tomas un helado de agua sabor eucalipto. En ese tiempo ya cuando eran los últimos meses de clase fui a hacerme una radiografía del Tórax por pedido del doctor que solía atenderme y mientras esperaba turno entre un montón de diarios arrugados en una mesa encontré el aviso del concurso y podríamos decirle que lo tome como una señal, como algo que me estaba llamando y que debía de hacer.

Tome la decisión en ese preciso instante y no dude ni un segundo, no sentí miedo y de hecho recordé que había comenzado a escribir una historia cuando tenía 11 años mientras trabajaba para mi padre. Me dije a mi mismo que iba a buscar dichas anotaciones y que iba darle forma a esa historia. Yo debía presentarme a ese concurso a como dé lugar.

Para comenzar tenía que tener un espacio tranquilo para escribir la historia que de alguna forma extraña ya estaba en mi cabeza y solo necesitaba que se tecleasen los botones adecuados correctamente para que con dichas palabras lo que yo quería contar se materializara en este plano. Fue un desafío porque mi casa no es muy tranquila, no tenemos un lugar para estudiar o estar a solas eso sin contar por la presencia de vecinas gritonas que a lo mejor piensan que son las únicas que viven en la cuadra, algo de educación, respeto y una especie de aplicación de polución sonora pesando sobre ellas les vendría sumamente bien ya que en la actualidad la cosa no cambio en lo absoluto.

Dejando de lado mi plagueo y descargue mental, sigamos... Como decía, mi casa no es un lugar con mucha paz por lo que en vez de intentar de forma frustrante hacer algo a la luz del día, opte por escribir durante las noches, específicamente de madrugada. Lo haría entre que los exámenes finales iban apareciendo lentamente, lo haría de forma meteórica ya que solo tenía menos de 3 meses para redactar todo y tenerlo listo para entregarlo. Simplemente lo haría por darme el gusto y porque mi cerebro da para ello. Lo haría.

Y así fue como increíblemente el libro fue cobrando forma, una historia con mucho... sabor y sangre por decirlo de alguna manera... Y digo increíblemente porque para los que acostumbramos escribir, cuando nos inspiramos usualmente entramos en una especie de mega concentración que nos permite obviar el exterior y solo centrarnos en lo que estamos haciendo, eso incluiría la desactivación de mi oído, la desactivación del sentido que me avisa que ya estuvimos sentados delante de la computadora por mucho tiempo, la desactivación de la sensación que te permite saber cuando estas sintiendo frio e incluso cuando una de tus piernas esta entumecida. Ese estado hipnótico indescriptible que me gustaría activar cuando tengo que estudiar algo demasiado aburrido para un examen de la facultad solo se producía cuando comenzaba a escribir, y era maravilloso. En mi cabeza de alguna forma también se apagaba el sentido del tiempo y sin darme cuenta al terminar de escribir todo un capitulo o tal vez 2 o 3(cuando me emocionaba no podía dejar de escribir porque quería saber lo que ocurría después) que tendría como 20 hojas o más cada uno de ellos, la noche repentinamente se había transformado en amanecer, en un nuevo día. Recuerdo que mis padres estaban preocupados y al mismo tiempo admiraban la resistencia de mi cuerpo por la forma en que lo maltrataba forzándolo a permanecer despierto y concentrado por muchas horas. El estado al que hago alusión es parecido al que sufrimos cuando entramos a ducharnos, esa perdida de la noción del tiempo, pero mucho mas profundo.

 Si se preguntan si todo eso me paso factura, pues lo cierto es que sí. No importa que nivel tengas, todos estamos a merced de experimentar fatiga y estrés. Al mes siguiente de haber comenzado a escribir el libro estaba camino a quitarme nuevamente una radiografía pero esta vez de la mandíbula. La presión que estaba ejerciendo sobre mí mismo sumado a la exigencia física había comenzado a afectar la calidad de mi sueño, incluso recuerdo el tipo de sueño que tenía en aquella época frenética, no eran nada placenteros. Llegue a sufrir de Bruxismo que es un acto involuntario de apretar o rechinar las estructuras dentales sin propósitos funcionales, y me pasaba mientras dormía. Muchas veces me despertaba y me daba cuenta de que ocurría lo cual de alguna forma afectó algunos de mis dientes por lo que ahora tengo sensibilidad. También me pasaba que mientras comía(ya sea un almuerzo o cena) mi mandíbula hacia un ruido muy fuerte, como si se dislocara repentinamente y sin razón, luego le seguía un dolor intenso. Para que vean lo que el perfeccionismo, la auto exigencia y el estrés pueden llegar a causar en el cuerpo humano. La radiografía no mostró nada grave y los relajantes musculares se volvieron mis amigos, ya que mientras tenga ese algo pendiente que hacer probablemente esos episodios no iban a parar. Y así fue, una vez finalizado el libro todo eso terminó.

Siguiendo con la línea de lo que les estaba contando, cuando finalmente el libro comenzó a imprimirse fue uno de los momentos más... como decirlo... fantásticos y fabulosos de la vida entera, tipo cuando estas bajando una curva en un carrito de una montaña rusa y lo hace a toda velocidad, bueno algo parecido, cada impresión era como un orgasmo.

Llego el día en que tenía que entregarlo a la editorial, hice dos originales que acurruque tiernamente como si fueran bebes en mi portafolios que en aquel entonces era de color gris. Me puse en camino y si, en aquellos momentos antes de llegar al lugar estaba entre emocionado y temeroso. Iba a ser la primera vez en mucho tiempo que alguien leería algo que yo escribí, era la primera vez que una editorial iba a ponerse a juzgar un producto mío, una especie de desecho de mi imaginación un despojo que… Bueno me calmo... No me avergüenzo de decirlo, si mi madre no me hubiera acompañado es muy probable que no haya llevado los originales para el concurso, es muy probable que no me haya presentado sin importar el empeño y esfuerzo que puse creando algo, sus manos y su apoyo de alguna forma me contuvieron. Ese día de alguna forma mi tendencia a auto sabotearme se fue de vacaciones bye bye, sayonara… Es una suerte el poder contar con una mamá así.

Y lo que ocurrió después es historia vieja, de cualquier forma. Para aquellos que tengan la afición de escribir como yo déjenme decirles una cosa, confíen en sí mismos, no se desanimen, si no saben algo consulten, averigüen y pidan ayuda pero no se acobarden y mucho menos abandonen. Si tenes la posibilidad de crear algo interesante como un libro hacelo y no te dejes estar. Como también si tenes algún talento y crees que podes hacer algo positivo y útil con el no te lo guardes para vos mismo y sacalo afuera, al exterior, porque si vamos por el miedo de que vaya a tener críticas, que a lo mejor va a recibir SI O SI, ni te preocupes, SI O SI a alguien le va a terminar gustando y ese no es solo un logro, sino una victoria para tu propio espíritu.

Nos leemos el próximo mes en un nuevo post de este blog, que tengan una semana productiva…